Atrapados por el Imperio
Todo lo que os voy a contar sobre las dificultades y tropelías de los cartagineses y romanos en Hispania me ha sido relatado por Marcus, el mayordomo de la familia de los Ulpius de Itálica. Romanos y cartagineses me importaban muy poco, pero, después de escuchar los relatos de Marcus y de reflexionar sobre sus testimonios, llego a la conclusión que la presencia de los grandes imperios en las tierras de Hispania han perturbado la vida pacífica de nuestros poblados. Yo tengo que ver a Marcus muchas veces para abastecer de aceite, miel, vino, cera, frutas del tiempo y otras materias a la casa de sus amos. Yo soy capataz turdetano de la hacienda grande de Abgena y, aunque mi familia me llama en privado Turkene, el dueño de esta villa, me rompió con el mote de Valentinus, porque decía que yo era de Valentina, que es un poblado que está a unos 20 estadios de Abgena.
En el poblado de Abgena y en el resto de su comarca hemos sido siempre, desde que tengo memoria, gente pequeña y pacífica, agricultores y ganaderos libres, dedicados a las tareas del campo y de los animales; nos ha gustado la caza desde siempre y, cuando valía la pena, hemos hecho trabajos con los metales. Pero siempre hemos estado alejados de la guerra. La llegada de los cartagineses y los romanos lo cambió todo de una manera desproporcionada.
Desde la mitad del S.III a.C. los romanos y los cartaginenses, formaciones imperiales recién nacidas en el occidente del Mar Interior habían tomado como modelo al victorioso ejercito del mítico Alejandro Magno y las monarquía tiránicas de Asia, Egipto, Macedonia y Persia. Eran ejércitos de mercenarios acostumbrados a una disciplina férrea, a matar y a morir si fuera preciso, pero, en todo caso, a no perdonar una paga y a enriquecerse con los botines de guerras, la venta de esclavos, la rapiña y a recibir una buena finca al licenciarse del ejercito. Muchos jóvenes de Hispania encontraron en la guerra una salida a una angustiosa situación de paro por exceso de población. Y terminaron enrolados en los ejércitos de uno y otro bando.
Hispania estaba demasiado cerca de estos imperios y, además, la información de que tenían romanos y cartagineses era que las tierras de Hispania podían proporcionar con facilidad cobre, estaño, hierro, oro, plata, suministros industriales, aceite, vino, cera, miel y otros alimentos, caballos, esclavos, mano de obra barata, impuestos. Cartagineses y romanos necesitaban urgentemente buscar recursos para sustentar a un ejercito que lo consumía todo. Y se dispusieron, sin más trámites, a conquistar un país que estaba habitado y que no había entrado en guerras internacionales hasta el momento.
Marcus, el mayordomo de los Ulpius de Itálica, insistía como buen romano en que la culpable del tremendo enfrentamiento entre cartagineses y romanos había sido la pérfida Cartago que había atacado injustamente a Sagunto, una colonia amiga de Roma. Marcus me contó que el general Asdrubal de Cartago llegó a utilizar en Hispania un ejército de más de 60.000 de infantería, 8000 de caballería y 200 elefantes. Y ello revelaba la política agresiva que querían hacer los púnicos en este país. En cuatro años, desde el comienzo de las hostilidades en el 218 a. C., estaban los romanos en la Bética.
La toma de la ciudad de Cartago Nova desconcertó a las dotaciones militares cartaginesas en Hispania y, a partir de aquí, los romanos se dedicaron firmemente a dominar a los pueblos del valle del río Baetis y a vengar la muerte de los generales Gneus y Publius, que fueron sustituídos por el joven Publius C. Scipio. Afortunadamente, las legiones romanas no vieron nada de interés en el Aljarafe, en la ciudad de Hispalis, ni menos en el poblado de Abgena. Todos apoyaron a las tropas romanas y prosiguieron su camino hasta Gades, que apresuradamente se rindió y se pusieron a las órdenes de los nuevos vencedores. Antes de abandonar Hispania en dirección a Roma, cargado de un gran botín de guerra, Publius C. Scipio ordenó fundar la colonia de Itálica en el 206 a.C., a 40 estadios del poblado de Abgena. Todo esto me lo contaba el liberto Marcus con gran satisfacción, porque estaba hablando de su ciudad, la primera que asentaron los romanos en el territorio de Hispania. Yo siempre me quedaba fascinado por lo que sabía este hombre. Acostumbrados en el poblado de Abgena a vivir entre cuatro vacas, campos de trigo, viñas, me maravillaba saber que había otros pueblos más allá de nuestros reducidos límites.
Aunque el liberto Marcus insistía en que los romanos no habían querido quedarse en Hispania, sin embargo yo siempre tuve el firme convencimiento de que, una vez aquí, los romanos buscarían todo tipo de excusas para dominar el territorio y no volver a Italia. La tentación era demasiado fuerte a pesar de la sangría humana que le ocasionaba la presencia de numerosas legiones en las tierras de Hispania. Marcus me hablaba de la necesidad que tenían los romanos de consolidar las fronteras para evitar las constantes incursiones de los bandidos celtibéricos y lusitanos, que, a mi modo de ver, era un simple problema de sobrevivir en un tiempo de carestía. El liberto Marcus no podía menos que opinar como los generales romanos enviados a pacificar la celtiberia y la lusitania el único remedio contra los bandidos es perseguirlos a muerte.
En estas conversaciones con Marcus, el de Itálica, supe que las guerras celtibéricas y lusitanas dejaron un gran río de sangre en la meseta de Hispania. Muchas ciudades fueron destruídas, sometidas o trasladadas de lugar, sus habitantes muertos o vendidos como esclavos. Hubo reclutamientos forzosos de la población masculina joven para engrosar las filas de las legiones romanas, se aplicaron impuestos sin rechistar y se impuso una autoridad militar muy abusona que en pocas ocasiones fue castigada. Para la administración romana las tierras de Hispania estaban a la otra parte del mar y solamente interesaban los beneficios que podían sacarse de estas aventuras: esclavos, impuestos, pieles, caballos, trigo. Esta sangría paró en el 82 a.C., pero para que los generales romanos se enzarzaran entre sí en unas largas y cruentas guerras civiles que afectaron a todo nuestro entorno.
- Marcus: Es el nombre ficticio de un liberto, mayordomo de la rica familia terrateniente de los Ulpius de Itálica, de donde procedía el que fue emperador Marcus Ulpius Trahianus. El relato se situa a mitad del siglo I después de Cristo; y desde allí los personajes van relatando lo que acontece en Abgena y sus alrededores.
- Villa: Los romanos, durante el largo periodo de dominio en Hispania, crearon unidades de producción agrícola que se conoce con el nombre de VILLA. El capataz encargado del personal laboral, de la administración y producción es el VILLICUS.
- Valentina: Nombre más que probable de Valencina de la Concepción
- Estadio: 20 estadios son unos 3 kms, aproximadamente
- Occiente del mar interior: Comprende todo el espacio entre Italia, España y las costas africanas.
- Alejandro Magno: Griego de Macedonia, hijo del rey Filippo. En diez años (333-343 a. C.) conquistó el inmenso imperio persa, pasando a la leyenda militar como un héroe inalcanzable.
- Enfrentamientos: La II guerra púnica entre romanos y cartagineses estalló por la toma de Sagunto el 218 a. C y se prolongó hasta el 204 a. C. Los cartagineses perdieron la contienda y tuvieron que abandonar el territorio de España.
- Elefantes en la guerra: Los elefantes son equivalentes a los tanques en la guerra moderna. Desde un castillete 6 u 8 hombres disparaban continuamente flechas y venablos contra los enemigos provocando el terror.
- Cartago Nova, Cartagena: Fundada por Asdrubal Barka era la base principal de la economía cartaginesa en España. La ciudad fue conquistada por los romanos en el 209 a.C. Publius C. Scipio captura un enorme botín en oro, plata, cobre, vela, esparto, metales, y suministros para los barcos, trigo y cebada, además de 63 naves de carga asaltadas
- Gades: Cádiz. Ciudad fenicia del sur de Hispania que, en el último momento, se cambia al bando de los romanos en el 204 a. C., para conservar su privilegiada situación económica.
- 40 estadios: serían unos 6 kms. Itálica se asentó en el solar de la actual Santiponce. A lo largo de más de 50 años se han ido excavando la ciudad nueva de Adriano, las termas, teatro y anfiteatro.
- Lusitania: es parte de Extremadura y Portugal. Celtiberíía coincide con gran parte de Castilla. Estos territorios estaban poco o nada colonizados por los romanos.