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Romanos contra Romanos

La peor etapa de la república romana -insistía una y otra vez el inevitable Vetusius, el liberto de los Ulpius de Itálica que visitó en numerosas ocasiones la villa de Abgena- fue aquella en la que los romanos lucharon contra romanos. No hubo romano en el siglo II antes de la era cristiana que no estuviera de acuerdo en que se castigara a los rebeldes celtibéricos y a los bandidos lusitanos, pero, las guerras civiles fueron otra cosa. Dividieron dramáticamente a los romanos en dos bandos irreconciliables: los reformistas populares, partidarios del general Marius y los aristócratas, inmovilitas partidarios del general Sila. Unos y otros ensangrentaron las tierras del imperio, que, ya en los comienzos del siglo primero antes de la era cristiana, ocupaba todas regiones bañadas por el mare nostrum. Durante veinte años se persiguieron encarnizadamente en todos los rincones de la república romana; no hubo sitio que no se viera castigado por el enfrentamiento de uno y otro bando.

De las tierras de África a las orillas del Danubio y desde Hispania al oriente todo el mundo se vio implicado en esta terrible matanza de romanos contra romanos. Hispania, por ser tierra de inmigración de muchos itálicos, por sus riquezas y por las posibilidades de suministros bélicos fue un lugar que entró de lleno, muy a su pesar, en estas penosas guerras civiles de romanos contra romanos.

A la muerte de Marius -me contaba Postumius un hispalense que visitaba la villa de Abgena a menudo y cuyos antepasados sufrieron las guerras civiles- su lugarteniente Sertorius continuó la lucha de los populares; fue declarado en rebeldía por el dictador Sila y se le persiguió por las tierras de Hispania. Muerto Sila, asumió la jefatura del bando de los aristócratas Gneus Pompeius, si bien tuvo que enfrentarse muy pronto a Caius Julius Caesar, que seguía la misma línea de los populares. De esta manera la guerra civil entre Marius y Sila se prolongaba, al cabo de cuarenta años, en el enfrentamiento a muerte entre Pompeius y Caesar.

La Hispania Citerior apoyó a los aristócratas que encabezaba Pompeius y a su muerte por sus hijos, y la Hispania Ulterior, precisamente en la que vivíamos, apoyaba a los populares de Caius J. Caesar. Las operaciones militares llegaron hasta el lejano Egipto, si bien el peso de la nueva etapa de la guerra civil recayó sobre el sufrido territorio de Hispania. La guerra fue muy dura para los habitantes de Hispalis -seguía narrando Postumius-, habida cuenta que la mayoría de las batallas se dieron en el valle del río Betis.

Me contaba mi bisabuelo que en esta guerra todos los jefes pompeyanos fueron liquidados; las ciudades rebeldes del valle del Betis perdieron sus tierras de pastos para el ganado y los campos de cultivos, que fueron repartidos, tras la victoria de Caesar, entre las ciudades fieles. Hispalis jugó a dos barajas, unas veces apoyando a los pompeyanos y otras a Caius J. Caesar. Éste hizo tras la victoria borrón y cuenta nueva e Hispalis, pese a sus defecciones, recibió de Caesar el estatuto de colonia de ciudadanos romanos, como lo era Itálica desde hacía más de 150 años cuando Publius Cornelius Scipio andaba en guerra con los púnicos. En adelante Hispalis también sería conocida como Colonia Julia Rómula, en recuerdo del apellido de Caesar y del fundador de Roma, aquel que fue alimentado por la loba o eso decían los añorantes de los remotos tiempos. Así son las cosas de la guerra, pensé yo. Los vencedores deben ser magnánimos, como lo fue Caesar, quien aprovechó sus años de dictadura para impulsar fuertemente la colonización de Hispania.

Muchas ciudades aborígenes recibieron el título de municipium, un estatuto legal que les confería un autogobierno no disfrutado antes de la llegada de los romanos. Me viene a la mente las ciudades de Callet, Gades, Ilipa, Lucurgentum, Osset, entre los municipios más cercanos a Abgena, ya casi convertida en locus civium romanorum, que tampoco era mala cosa.

 


  1. Los romanos contaban el tiempo por referencia al mandato de los cónsules. A este cómputo se le conoce con el nombre de Fastos Consulares.
  2. Así llamaban los romanos al mar mediterráneo.
  3. Las operaciones militares de la guerra civil entre Caesar y Pompeyo han quedado reflejada en la obra de Caesar "De bello civile".
  4. Por orden: El Coronil, Cádiz, Alcalá del río, Morón de la Frontera, Triana/San Juan.
  5. Aldea de ciudadanos romanos.

 


Bibliografía y documentación
  • Manga, J. : Hispania romana. En Historia de España, dirigida por Tuñón de Lara
  • Blanco Freijeiro, A : Historia de Sevilla. La ciudad antigua. 1984
  • Blázquez y otros : Historia de España Antigua. Tomo I y II. 1978
  • Alfonso X: Primera crónica general e España. Tomo I, 1978
  • Sayas Abengochea, J : Romanismo y germanismo. En Historia de España dirigida por Tuñón de Lara
  • Roldán, J. M. : Historia de Roma. La república romana. 1981
  • Mircea Eliade : Historia de las creencias y de las ideas religiosas. Tomo II: de Buda al triunfo del cristianismo. 1978
  • García Bellido, A : La España del siglo primero de nuestra era. Textos de P.Mela y C. Plinio
  • García Bellido, A.: España y los españoles hace dos mil años. Textos de la geografía de Strabon
  • Varios : Textos y documentos de historia antigua, media y moderna de España. En Historia de España, dirigida por Tuñón de Lara. 1984
  • Balil, M : Nueva historia de España en sus textos. La edad antigua. 1976
  • Vigil, M : Historia de España alfaguara. Edad antigua. 1978
  • Rostovzeff, M : Historia social y económica del imperio romano. Tomos I y II. 1972
  • RTVE documentales: Memorias de España. Cartago y Roma. 2004
  • RTVE documentales: Memorias de España. Hispania producto de Roma. 2004
  • RTVE documentales: Memorias de España. Hispania en el bajo imperio. 2004

 

 

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